Nuestra producción actual

Nuestra producción actual
Temporada en Monterrtey del 12 de enero al 5 de febrero

Hay otros mundos, pero están en este, hay otras vidas, pero están en tí.

Paul Eluàrd

miércoles, 12 de febrero de 2014

Hace tiempo que había abandonado la costumbre de escribir en el blog y hoy amanecí
con las ganas de hacerlo nuevamente, antes de que la memoria se torne caprichosa.

Ayer vi una imagen que me recordó un  texto escrito hace años. Era una mujer anciana
con un  carrito de supermercado, cargando muchas  bolsas. Me acordé entonces de un
texto escrito hace años, que surgió en una viaje a Nueva York......

Bolsas, bolsones, bolsitas.  De todos tamaños, de todas las épocas, de diversos
colores y distintos materiales; bolsas con cuerdas,  con cadenas, con iniciales, con
piedras de fantasía. Bolsas con contenidos entrañables o detestables, tranquilizadores,
sorpresivos o esperanzadores, prohibidos o ilegales.

Las bolsas están ligadas a la humanidad en todos los tiempos transcurridos, más a
la mujer que al hombre desde luego, aunque en la época actual se ubiquen en la
“unisexualidad” y se generalice su uso.

Y ese proceso de pensar en bolsas, me trajo repentinamente una vivencia de mi
primera visita a Nueva York hacia 1970, imágenes ahora convertidas en este texto
que les comparto:

 

Mujeres maduras o ancianas, la mayoría, aunque también algunas jóvenes,
viudas tal vez, sin familiares o abandonadas. Mujeres que parecían no estar tristes,
que aceptaban su condición, arrastrando o empujando carritos de supermercado
repletos de bolsas, a su vez repletas de algo... 

¿Andaban de compras?

Desde luego que no. No tenían acceso a esas marcas. En las bolsas cargaban toda su
vida, las bolsas eran su morada. Vivían de día en la calle o en los parques; dormían
en zaguanes, en cobertizos de tiendas o en las estaciones del metro.

¿Que cargaban en esas bolsas?

Todas sus pertenencias: Cobijas, toallas, ropa, utensilios, cosméticos, alimentos,
 fotografías, recuerdos…

Les llamaban “Bag ladies” y fueron distintivo y atracción durante unas dos
décadas en la Gran Manzana, sin que ninguna autoridad o institución pública
o privada, pudiera cambiar su forma de vida.

Parece que Giuliani, el alcalde héroe de Nueva York, pudo finalmente convencer
a esa legión de trotacalles para trasladarlas a vivir en una casa hogar.

Pero al parecer no han desaparecido del todo. Todavía en estos tiempos se distingue
alguna “Bag Lady” calentando su “lunch” sobre una lata de alcohol, sentada en
 alguna banca de Central Park.


No hay comentarios: