Pobrecillo, pobrecillo, dijo ella, y acto continuo, abriéndose la túnica, le dio de mamar, primero del seno izquierdo, se supone que por estar más cerca del corazón. Jesús, suspiró con dulce satisfacción, sintiendo en el rostro el suave peso del seno, la humedad de la piel al contacto de otra piel. La boca se le llenó del sabor dulce de la leche materna y la ofensa entre las piernas, insoportable antes, se fue haciendo más distante, disipándose en una especie de placer que nacía y no acababa de nacer, como si lo detuviera un umbral, una puerta cerrada o una prohibición. Al crecer, irá olvidando estas sensaciones primitivas, hasta el punto de no poder ni imaginar que las hubiera experimentado, así ocurre con todos nosotros, dondequiera que hayamos nacido, de mujer siempre y sea cual sea el destino que nos espera.
(Fragmento editado de El Evangelio según Jesucristo, de José Saramago.
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1 comentario:
Soy Fando, el de esta página.
Hoy 18 de junio se nos fue Saramago y con él la advertencia lúcida, la palabra sabia, el estímulo a las conciencias. Muy de vez en cuando aparecen en esta tierra hombres con una humanidad tan plena como la de este portugués inolvidable.
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