Nuestra producción actual

Nuestra producción actual
Temporada en Monterrtey del 12 de enero al 5 de febrero

Hay otros mundos, pero están en este, hay otras vidas, pero están en tí.

Paul Eluàrd

lunes, 17 de noviembre de 2008

Lila Downs - Cielo rojo

Voz viva y viviente. Lila en su plenitud.

domingo, 21 de septiembre de 2008

martes, 16 de septiembre de 2008

Cuarenta años de amor epistolar


Un epistolario de 40 años entre la actriz inglesa Stella Campbell y el crítico y dramaturgo Bernard Shaw sirve de tema para la obra teatral Mi querido embustero , que Jerome Kilty dio a concer hacia los años sesenta, que forma parte del repertorio mundial y que de cuando en cuando aparece en alguna marquesina teatral interpretada por primeros actores y actrices.

La hemos estrenado el pasado mes de agosto en Monterrey, al norte de México, y por la respuesta del público, hemos comprobado que es una deliciosa comedia que el tiempo ha enriquecido en lugar de volverla obsoleta.
Ana Martin Salinas y Rubén González Garza interpretan a este par de amantes platónicos en un montaje de Luis Martín que continuará representándose durante 2008 en diversos escenarios del noreste de México.

sábado, 14 de junio de 2008

domingo, 4 de mayo de 2008

IT'S MY TURN

Interpreta Diane Ross

domingo, 2 de marzo de 2008

Un bello texto de Jacqueline Bixler en memoria de Carballido

Escena inicial del monólogo Pasaporte con Estrellas de Emilio Carballido
Constantino sale del vientre materno a la vida
Actor: César Cubero. Producción PROTEAC. Dirección: Luis Martín.








Emilio Carballido (1925-2008):

eterno tejido de luz



El sujeto del mensaje electrónico – “malas noticias. Carballido” – me lo dijo todo. Acto seguido me sentí inundada de nostalgia y de intensos recuerdos que empezaron en 1977, cuando joven y tímida lo fui a conocer en su casa junto a Chapultepec. Para los “fuereños” como yo, conocer a Carballido era como sacar boleto a todo un mundo nuevo y maravilloso. Entrar en la casa de Carballido era entrar en la vida de él, sus familiares y sus amigos. Escucharle hablar era todo un cursillo sobre el teatro, el cine, la música y la política mexicana. Todo lo sabía y de memoria. Era una fuente inagotable de anécdotas, chismes y albures. Se deleitaba con las palabras con una felicidad creativa que sólo llegan a alcanzar Marlene y Gabriela en Rosa de dos aromas con su inolvidable explosión liberadora de groserías.
Carballido era un hombre desinteresado, que daba y daba de sí mismo, sin pedir nada a cambio. Era de admirar la humildad que siempre mostraba, desde la puesta de barbacoa que dejaba armarse frente a su casa en San Pedro de los Pinos hasta el breve cerrar de ojos y la leve sonrisa de gato feliz que daba cuando le colmaban de elogios en tantos homenajes. Para conocer de verdad al maestro, había que conocer sus obras, donde sale, con bastante frecuencia y apenas disfrazado, de personaje. El adolescente Carlos de Un vals sin fin sobre el planeta – sexualmente despierto y con ganas de subir al tren y conocer el mundo. César de Las estatuas de marfil – joven dramaturgo que se refugia en Xalapa para encontrarse y regenerarse. Y Héctor de Fotografía en la playa – el profesor defeño que va a una reunión familiar en la playa, donde recurre repetidamente al mar para explicar que las cosas nunca son como se ven: “Ves una ola, y otra y otra. Y de repente queda como flotando encima una trama de reflejos. Es nada más un cambio de los ojos, y ya estás viendo esa otra cosa, un puro tejido de luz.” Donde otros veían sólo pesimismo y fealdad, Carballido veía algo hermoso y maravilloso. Ni él ni sus personajes dejaron de creer en la posibilidad de crear un mundo mejor.
Uno quisiera ser como la Intermediaria de Yo también hablo de la rosa para recibir noticias del maestro. Pero la verdad es que no hace falta. Mientras goza de la vista que le brinda el cerro de Macuitépetl, Carballido sigue vivo entre nosotros a través de sus muchas obras y el profundo entendimiento del ser humano que se encuentra bajo la superficie. Sus textos son sutiles y engañosamente sencillos. Para entender todo lo que nos quería decir en ellos, hay que seguir el hilo que ha ido tejiendo desde La hebra de oro, obra en la que un hilo mágico permite comunicarse con un querido ser fallecido. Si seguimos ese hilo y pasamos por la misma puerta cerrada y marcada con X, seguramente ahí nos espera Carballido con sus ojos pícaros y sonrisita de gato contento. Como dice Héctor en Fotografía de la playa, la muerte es como el mar, un lugar de constante regeneración: “con un visor te asomas al cementerio y ves un tejedero de coral blanco.” Carballido era como el mar: murmurante, pero vibrante y profundo. Y como las olas traviesas, cariñosas, medio poetas y medio groseras de El mar y sus misterios, Carballido seguirá vivo, reproduciéndose y regenerándose en los ojos de su público y en los jóvenes creadores que han seguido el hilo de oro dramático que el maestro empezó a tejer hace tantos años. Los que tuvimos la fortuna de compartir un tramo de su “vals sin fin por el planeta” confiamos en lo que dice Fifí en Orinoco – “Falta lo más hermoso todavía” – y le deseamos muy buen viaje.
Jacqueline E. Bixler
Virginia Tech

Non je ne regrette rien

Edith Piaff en un magistral dueto con Isabelle Boulay a través de los tiempos.....

lunes, 11 de febrero de 2008

Ocurrió en un banco.

Es una pareja cuyas edades pueden ubicarse entre los ochenta y los ochenta y cinco. años. Ella, presenta su documentación ante la abertura vertical. La cajera cuenta cinco billetes de 200 pesos y dos de 20 y los entrega mecánicamente con la precisión de un cajero automático. La anciana le muestra un segundo documento y en vez de dinero recibe una respuesta lapidaria:

- Ese recibo corresponde al mes de noviembre, debió haberlo cobrado en diciembre, pues esa nómina ya se regresó.


La anciana insiste, pide de favor que se le pague; sostiene que estuvo enferma y no pudo venir en el tiempo reglamentario. La cajera se encoge de hombros y agrega:

- No son disposiciones del banco, yo no puedo hacer nada.

La anciana vuelve a insistir y muestra el otro papel. La cajera aclara
:
- Ese si corresponde a enero, pero podrá cobrarlo hasta los primeros cinco días de febrero.

El anciano recoge torpemente los papeles que devuelve la cajera y jala del brazo a su mujer que no se resigna, que ha elevado la voz, sostiene su reclamación en la caja y se niega a moverse de la barra. Algunas frases cortas, bajas, incoherentes entre ambos y la firme negación de la cajera dan por terminada la escena real que presencié el mes pasado en un banco de la ciudad.

Encerrado en el acordonamiento-desfiladero en espera del turno para acceder a una operación bancaria, me pregunto y al no responderme satisfactoriamente, saco mi pregunta al exterior. Al primero que cuestiono es al hombre robusto que me sigue en la fila. Su respuesta casi monosílaba acompañada de un encogimiento de hombros, me hace desistir de continuar el diálogo. Además ya es mi turno y la cajera, la misma protagonista de la escena anterior, ya muestra un rostro inquieto, de prisa necesaria, de culpa anticipada a ser sorprendida por algún supervisor que reportará poca eficiencia y productividad en la caja número X.
De cualquier modo, mientras realizo la operación le lanzo también a ella la pregunta:

- ¿piensa que sea justo que los ancianos que reciben pensiones miserables de jubilación, tengan que salir a la calle, en tiempo frío y lluvioso, para poder cobrarlas?

La empleada del banco se queda un tanto sorprendida por la pregunta, no la entiende o la siente como agresión, por lo que insisto:

- ¿No cree usted que el Estado o quien pague pensiones a jubilados debería implementar un sistema para pago a domicilio a jubilados ancianos sin familia?


La cajera sonríe sin comprometerse. No atina a decir nada. Termina la operación y yo le doy las gracias. Salgo a la calle, sigue lloviendo. Pienso en el Estado, en el neoliberalismo, en la burocracia, en las raquíticas pensiones de jubilación, en la solidaridad humana. Pienso ante todo en la vejez que nos acecha a todos a la vuelta de la esquina.

domingo, 10 de febrero de 2008

Sor Juana y el desprecio al elogio desmedido


Procura desmentir los elogios a un retrato de la Poetisa inscribió la verdad,que llama pasión

Este, que ves, engaño colorido,
que del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores,
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado;
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada


Sor Juana Inés de la Cruz nació y vivió en Mexico durante el siglo XVII. Es máxima figura en las letras mexicanas.

viernes, 8 de febrero de 2008

Pink Floyd-Wish You Were Here (live)

Entrañable...

El Codex Romanoff de Esthela Leñero

En una entrevista a propósito de su obra teatral El Códice Romanoff, Estela Leñero Franco señala que utilizó como hilo conductor una publicación homónima que describe la pasión de Leonardo da Vinci por el arte culinario. Este recurso le valió para proyectar las relaciones interpersonales, la búsqueda de la vocación y la realización de los anhelos que se cocinan dentro de un monasterio. Y este cúmulo de emociones que ocurren en la obra, se desprenden en el laboratorio más antiguo de la humanidad: la cocina.
Y efectivamente. En El Códice Romanoff la propuesta dramática de Estela, parte de información contenida en el libro Notas de cocina de Leonardo da Vinci, texto publicado en 1999, por Shelag y Jonathan Routh en la colección Temas de Hoy y que lleva ya varias ediciones en España. El libro de los Routh se presenta como una trascripción levemente adaptada de unos escritos de Leonardo Da Vinci, aparecidos en el Museo Ermitage de San Petersburgo y copiados a máquina por Pascuale Pisapia apenas pasada la Segunda Guerra Mundial.
Lo que no esta muy claro y tampoco lo aclaran los Routh, es si rescataron ese documento del Museo Ermitage en 1981, o si lo hicieron de la copia de Pasquale Pisapia y que actualmente es propiedad de una familia italiana de abolengo. Por otra parte, no se conoce al tal Pasquale y los responsables del Ermitage niegan poseer tal manuscrito. Existen teorías plausibles sobre como habría llegado hasta allí y los del Ermitage han mentido acerca de sus fondos anteriormente. Además, el tema del libro está de acuerdo con hechos de la vida de Leonardo que se conocen por otras fuentes.

Es preciso señalar también que respecto a esta publicación de los Routh se ha dado en España, sobre todo en los últimos dos años, cierta tendencia de algunos críticos a negar la autenticidad de las Notas de cocina, pues se aduce entre otras cosas: que no existen más ediciones en el mundo que la española, que no hay confirmación de la existencia de los Routh y que la editorial española no da información al respecto. Acerca de que no hay más ediciones que la española tenemos referencia de al menos una versión italiana de la Editorial Voland, con prefacio del Doctor Marino Albinesi, presidente del Circulo Gastronómico de Italia.



Estas disquisiciones nos parecen más bien, producto de luchas de editoriales y no han tenido eco o respuesta académica, salvo en la red de Internet, en blogs de particulares. En principio, la autora maneja con lucidez el tema del Códice en la ficción dramática, pues sitúa la acción de la obra en el siglo XIX, fuera del tiempo y la polémica de los Routh, presuntos rescatadores del Códice a fines del siglo XX.
Por ser un libro marcado en el índice de los prohibidos por la iglesia, la trama sostiene que Pilar y Aurora reciben en el Convento la información de las recetas de Leonardo en forma oral durante las sesiones de confesión con el padre José y posteriormente Aurora continua recibiendo la información en el barco, a través del padre Ramón, quien también ha tenido acceso al Códice.
Si en algún tiempo futuro alguien revisa a fondo en el Ermitage los papeles del Códice y llegará a surgir otra versión sobre las recetas y recomendaciones gastronómicas atribuidas a Leonardo, pienso que la misma autora de El Códice Romanoff o cada realizador de su montaje, tendrían todo un abanico de posibilidades de ficción para realizar una dramaturgia que enriqueciera aún más el texto de Estela Leñero
El primero de nuestros asombros al conocer parte del contenido en el Códice Romanoff, es que todavía a principios del tercer milenio, el inmenso talento y la inagotable creatividad del genio de Leonardo sigan sorprendiendo al mundo y dando más todavía. A sus vastos conocimientos en ciencia y arte, se agrega ahora en forma subrayada la gastronomía.
Leonardo nació en 1452 en la comuna de Vinci, cerca de Florencia. Era todavía un niño cuando empezó a estudiar arte: es el autor, entre otras obras, de La Ultima Cena y La Gioconda. Fue un artista completo, y a la vez, nada del conocimiento le era ajeno: estudió anatomía, botánica e hidráulica. Imaginó máquinas para volar y máquinas para destruir. Hizo obras de arquitectura. Y dejó escritos sus pensamientos y sus investigaciones en varios tratados.
En 1482 Leonardo fue a Milán y allí hizo su Tratado de la pintura, que hoy se conserva en la Biblioteca del Vaticano. En 1994, Bill Gates, el fundador de Microsoft, pagó 30.8 millones de dólares por el Códice Leicester, 72 páginas que Leonardo escribió con diminuta caligrafía entre 1506 y 1510. Lo hizo al revés y para leerlo hace falta un espejo. Allí Leonardo describe por qué el cielo es azul, por qué brilla la luna y por qué se puede encontrar fósiles marinos en las montañas.
En cuanto a las notas de cocina de El Códice Romanoff se entiende el gusto culinario de Da Vinci por sus antecedentes como maestro de banquetes en la corte de Ludovico Sforza, durante más de 30 años; así como su trabajo como jefe de cocina de la taberna Los tres caracoles. Entre las aportaciones interesantes que Leonardo hace en este documento, está por ejemplo la
importancia hacia las verduras y hortalizas como base fundamental de los banquetes. De la misma manera dedicó bastante tiempo a las reflexiones sobre el uso de los cubiertos y a sus ventajas higiénicas e incluso sanitarias. Otro de los temas es el de la conservación de los alimentos o el de su concentración para hacerlos más ligeros y fáciles de transportar, adelantándose en siglos a nuestros concentrados de carne, cubitos de caldo, verduras deshidratadas.

Estela Leñero, es una destacada protagonista en el movimiento teatral del país, talentosa dramaturga y activa investigadora del CITRU; Estela ha publicado unos quince textos con obras de teatro de diversas tendencias y temas, las cuales han sido escenificadas casi en su totalidad. En 2004 publica su investigación Voces del teatro en México a fin de milenio, libro de historia y crítica sobre el teatro en México en el siglo XX y principios del XXI

En El Códice Romanoff, la autora nos lleva de la mano por un viaje al interior de las mentes de Aurora y Pilar. A través de su prodigiosa aventura vivimos y gozamos las vidas de estas religiosas que por medio de su vocación culinaria emprenden una personal y desigual batalla que les permita rescatar su individualidad y su capacidad de amar. Aurora y Pilar, no dudan en desafiar la opresión de la iglesia, transgredir su ley y el orden social, con el fin de llegar a una plena realización de sus vidas. Y Estela logra con creces hacernos llegar la idea central de su obra porque tiene muy claro su propósito dramático. Por ello declara que su teatro es: “un teatro intimista que recorre los laberintos interiores guardados en el inconsciente de los seres humanos, que indaga, hurga y trastoca los puntos endebles de cada individuo”
Desde la cocina conventual, que en forma práctica y minimalista la autora convierte en cocina del monasterio y también en cocina de un barco, la historia se desgrana por el camino de la aventura, indaga en el interior de los personajes haciendo crecer la acción y enriqueciéndola con un diálogo informativo, preciso, justo y decantado
Uno de los aspectos que más nos satisfacen de El Códice Romanoff, está en el extraordinario ritmo del texto que hace deslizar la acción rompiendo tiempo y espacio a la vez que deja abiertas muchas posibilidades escénicas y con ello apela a la creatividad de cualquier director que intente su montaje.
El Códice Romanoff es un teatro mexicano de ahora, abierto al entendimiento universal, es teatro que traspasa las fronteras culturales, que aplica las tradiciones y el nacionalismo para contarnos una historia que rebasa las fronteras, que se abre a la universalidad con una temática que trasciende al mundo.

Hay mucho por delante en el oficio dramático de Estela Leñero Franco y ella lo sabe. Su posición como dramaturga del México contemporáneo es clara y precisa. Así lo manifiesta en el V Congreso de mujeres dramaturgas, efectuado en Atenas en 2000:

Hoy, las mujeres dramaturgas hemos salido de lo personal para hablar del mundo que nos rodea. Hemos dejado de vernos sólo a nosotras mismas para observar la relación con el exterior. Hoy no necesitamos hablar del yo femenino para reconocernos. Estamos en todas partes, el mundo nos pertenece....

Luís Martín

TOTO en Monterrey

Rossana y la nostalgia desvelada de los ochenta...

Carlos Olmos (1957-2003)

En abril de 2004, seis meses después del deceso de Carlos Olmos, Enrique Serna me envió estas preguntas para hacer una presentación en la publicación de las obras completas de Carlos. Creo que cuestionarios similares fueron enviados a Javier Rojas, Eduardo Ruiz Saviñon, y Enrique Pineda, o sea los directores que estrenamos la mayoría de las obras de Carlos. Tal parece que el FCE aún no ha publicado las obras completas de Carlos, pero de cualquier forma quiero dejar esto al menos en la onda cyber para recordar al buen amigo y colega.

¿Qué aportación deja Carlos al teatro mexicano?

Alguna vez en una entrevista Carlos dijo , entre otras cosas , esto que transcribo y que es como una pregunta con respuesta que se hacía a si mismo sobre su vocación:

No podría definir en unas cuántas líneas lo que mi vida le debe al Teatro, aunque es indudable que alrededor suyo gira todo un sistema de creencias e intuiciones vitales que me han llevado a escribir que el mundo llama obras.
En ellas se encierran todas mis dudas, todos mis miedos, y ¿por qué no? Todas mis esperanzas en el futuro del hombre (....)
Por el Teatro he conocido la luz y la sombra de mi destino y también me he asomado al universo de los demás....(....)
La poesía necesaria para sobrevivir la he buscado y la seguiré buscando siempre en el Teatro.



¿Cual es tu opinión personal de la obra en general de Carlos Olmos?.

Su obra habla de un México vivo, con todos sus logros y contradicciones. , un país en construcción....Nos habla de un pueblo con tradiciones milenarias ,con urgencia de democracia, educación y cultura. En el teatro de Olmos, la familia es expuesta como es en realidad la familia mexicana, con verdades a medias...Todo esto escrito y señalado con un índice satírico, demoledor y revelador de interiores.



¿Cómo se originó la puesta de Atardecer en el Trópico ?

Carlos y yo nos conocimos en el DF hacia 1969, cuando él llegaba de Chiapas a estudiar dramaturgia becado por Salvador Novo y yo llegaba de Nuevo León a dirigir a Carmen Montejo, Anita Blanch y Enrique Alvarez Félix en Cherí de Colette. Éramos los provincianos de entonces en busca del éxito en este centralizado país ....(¿acaso han cambiado las cosas?)...... Desde entonces hicimos planes para trabajar alguna vez juntos. Antes de dirigir Atardecer, hice en Monterrey las producciones de Lenguas Muertas en el 86 y El Dandy del Hotel Savoy en el 89. Finalmente en el 96 concretamos el proyecto de Atardecer en el Trópico.



+¿Cuál fue la primera impresión del texto al leerlo?
En principio, de identificación con el niño protagonista. Tanto Carlos como yo vivenciamos nuestra niñez con este personaje, incipiente espectador cinematográfico , que se lanza a la vida provocado por ese medio maravilloso que es el cine y que favorece su búsqueda de vocación y realizaciones. Ese niño que dejaba la familia para buscar su destino, para que su conciencia se expandiera y encontrar su auténtico rumbo, fue desde luego el punto de partida para identificarnos con el texto. Más aún por las circunstancias en que “Colmos” y yo nos habíamos conocido en el DF en el 69…



+ ¿Es ésta su autobiografía dramática?

Hay muchos rasgos de la niñez de Carlos, no tanto en las relaciones familiares, sino en la inquietud de saber, de ir más allá, siempre en búsqueda de la verdad, en el compromiso de participar. Fuera del seno familiar, creo que hay muchas coincidencias ideológicas y simbólicas con ese niño que abandona la selva chiapaneca .



+ ¿Atardecer puede considerarse la tercera parte de un ciclo sobre Chiapas (Lenguas Muertas, El eclipse)? ¿Qué las diferencia y qué las une?

Definitivamente es una trilogía dramática sobre su tierra. Siempre dijo que llevaba a Chiapas como la herida que no cicatrizaba. La diferencia radica en la temática de cada una: El cuestionamiento de la taumaturgia o curandería en Lenguas Muertas; el amor filial frente a la libertad sexual en El Eclipse y el llamado interior para comprometerse con una realidad política nacional en Atardecer en el trópico.
¿Que las une? Indudablemente que la acción de las tres ocurra en el seno de una familia chiapaneca




¿Es una obra política? ¿Fue un intento de Carlos en la incursión en ese género?

Yo pienso que Carlos no creía en el teatro político. O al menos él no lo sustentaba como vehículo ideológico. Político y oportunista hubiera sido escribir sobre Marcos y la aparición de la guerrilla en Chiapas. Sin embargo, Olmos prefiere motivar al espectador para encontrar elementos de juicio: Por eso Atardecer nos presenta un paralelismo del problema chiapaneco con la crisis guatemalteca del 54. ¿para qué? Para decirnos que los problemas de Chiapas no son de ahora: Parten de un colonialismo de siglos, de la dominación española, de la separación de Chiapas de Guatemala y su anexión a México, de los grandes latifundios en manos de extranjeros, del neoliberalismo feroz del siglo XXI. Pero la intención de Olmos, más que nada, es recordarnos el cruel olvido con que España y posteriormente Guatemala y México mantuvieron por siglos a los indígenas de Chiapas.
Finalmente, podría agregar que lo político de la obra reside precisamente en la exhibición que Olmos hace de la familia de clase media mexicana, castrada ideológicamente, indiferente y ajena a la participación democrática y a lo que ocurra ya sea en su país o en el patio trasero de su casa.



¿Alguna anécdota sobre Atardecer en el trópico que pueda aportar algo sobre la personalidad literaria de Carlos?


Siempre me “recriminaba” satíricamente sobre mi origen norteño....
Ya llegó el regio decía.......y me colmaba de frases ácidas y satíricas para aderezar la plática y provocarme.
Eso era “Colmos”.....un provocador, con su teatro, sus ácidas críticas , sus telenovelas fuera de serie y de todo cartabón establecido. Cuando nos enfrascábamos en alguna discusión profesional o ideológica y parecía que llegaríamos a la intolerancia total, se recargaba en la pared y me decía: “me pones entre la espalda(sic) y la pared”, parafraseando lo que alguna vez le dijo una rutilante estrella de la televisión por una discrepancia del guión.
Claro que con el recuerdo de esa anécdota, explotábamos en carcajadas y posponíamos las diferencias para otra ocasión......

Texto de Luis Martín Monterrey, Nuevo León, el 8 de abril de 2004.

¿Qué hizo Lola Bravo en Monterrey?

lunes 4 de febrero de 2008


El recuerdo que guardo de Lola Bravo es su imagen de maestra.
Mi acercamiento con ella se dio a través de Rubén Orozco, quien se había inscrito en la naciente Escuela de Teatro de la Universidad. Yo me iniciaba como director amateur en la Prepa Uno, a escondidas de mis padres. La experiencia de asistir a una clase con Lola me marcó fuertemente y le pedí autorización para asistir regularmente como oyente.
Aquello era diferente a todas las sesiones de taller que había experimentado. Allí se veía el teatro con profundo respeto, como una vocación vehemente, penetrante, casi sagrada. Eso no lo olvido y trato de transmitirlo a los actores en mi escala y en mi tiempo.
De lunes a viernes, de 6 a 8 de la noche nadie quería perderse la clase de técnica interior que impartía Lola en la incipiente Escuela de Teatro que fundó en la Universidad en 1957.

¿Son compatibles la química y el teatro?

Muchos dirán que no. Sin embargo, Lola Bravo, a quien debemos reconocer como una de las maestras precursoras del academismo teatral en Monterrey hizo "química" con ambas disciplinas y por mucho tiempo combinó dos profesiones, hasta que el teatro dominó en la vocación y la retuvo en su magia hasta completar 85 años de vida terrenal.
Corría 1942. A sus 24 años, Lola había concluido los estudios de Ingeniería Química en la UNAM y había decidido cursar un postgrado en Chicago. Eran tiempos de guerra, pero también de reivindicación de la mujer, que empezaba a relevar al hombre en muchos órdenes de la vida cotidiana.
Cuando Lola elaboraba su horario de clase se percató de que le quedaba tiempo libre. Casi sin pensarlo decidió tomar otras materias en vez de deambular inactiva por el campus. Así, Lola descubrió el teatro, con el que hizo pacto de alianza para el resto de su vida.
Esas clases de Chicago fueron solamente el preámbulo. Al regresar a México, Lola se inscribió en el estudio de Seki Sano, discípulo predilecto de Constantine Stanislavsky, quien empezaba a modernizar y transformar la enseñanza del teatro en la capital. Wolf Ruvinskis, María Douglas, Sergio Bustamante, Carlos Cantú, Felipe Terrazas, entre otros, figuraban como alumnos de la primera generación que formó Seki en los años 40 al llegar a México expulsado de la URSS.
Para la llegada de Seki, el método Stanislavsky ya se conocía a través de publicaciones y se aplicaba en México por algunos maestros y directores. Sin embargo, la recia disciplina de Seki y haber sido un alumno directo y predilecto de Stanislavsky lo situaba en la avanzada de la enseñanza teatral del País.
Lola fue de las alumnas más acuciosas y con mejor aprovechamiento en esa primera generación que formó Seki. Mi soporte para afirmarlo es la formación académica que desarrolló al cursar Ingeniería Química y es irrebatible señalar que las ciencias exactas proporcionan al profesionista un rigor en la disciplina y un método de enseñanza.

¿Y tú te crees Bette Davis para llegar a estas horas?
La estudiante -aspirante a actriz- a quien iba dirigida la reprimenda, sentía como cubetazo de agua fría la frase de Lola Bravo, pronunciada suavemente con matiz irónico, pero con efecto demoledor. La estudiante se disculpaba por el retraso y se acomodaba rápidamente en el aula de actuación, situada en el sótano de la legendaria casona de Zaragoza y Espinosa.
Esa escena la vivimos varias ocasiones en la Escuela de Teatro que la Universidad abrió en 1957, impregnada con la herencia humanista que le había legado el rectorado de Raúl Rangel Frías. Lola, quien tenía apenas un año de radicar en la Ciudad, fue la promotora y primera directora de esa escuela, donde formó una generación de actores y directores que, con el tiempo, le dieron relevancia y gran nivel al teatro local.
Y es que para Lola, la disciplina y la concentración eran base fundamental en la clase de Técnica Interior de la Actuación que impartía diariamente. Entre los alumnos de las primeras generaciones estaban Rubén Orozco, Irma Lozano, Irma Morantes, Sergio García, Albertina Briz, Francisco Cordero, Enrique Fernández, Arturo Salazar, Paco Robledo, Orquídea Fox, Roxana María Roa, Vicky Damm, Lucía Mireles, Elías Charur, Pepe Marroquín, José Alberto Garza Salinas, Cory Ayala, Rosa Mondragón, Juan Francisco García, Oralia Rodríguez, Daniel Dimas, Humberto Huerta, Sara Ayala. Creo recordar a la mayoría, pero vaya por anticipado mi disculpa si omito a alguien.
La escuela era el corolario de una serie de acciones que Lola emprendió desde su llegada a Monterrey con su esposo Guillermo Serret, quien venía a ocupar la delegación de Teatro del INBA. Durante su estancia de cinco años, entre 1956 y 1960, además de fundar y dejar funcionando la primera Escuela de Teatro de la Universidad, Lola dirigió las obras "El Mercader de Venecia", de William Shakespeare; "Las brujas de Salem” de Arthur Millar; La Casa de Té de la Luna de Agosto", de John Patrick; "Fiebre de Primavera", de Noel Coward; "Hoy Invita la Güera", de Federico Schroeder Inclán, y "La Soga", de Patrick Hamilton.
En 1956, un año antes de fundar la escuela, había sorprendido al medio cultural con "El Mercader" que presentó después de un curso organizado por Arte, A.C. y donde actuaban Rogelio Quiroga, Oscar Cantú Arreola, Minerva Mena Peña, Anselmo González Zambrano, Héctor Martínez y Laura Cleotilde, entre otros.
Todos ellos se integraron a la Escuela de Teatro y más tarde formarían la Compañía del Teatro del Globo, con los demás egresados de la escuela.
Antes de Lola, nuestro público no había visto obras de Shakespeare, al menos actuadas por grupos locales, como fue "El Mercader". Tampoco conocía el teatro de Arthur Miller hasta que ella realizó el montaje de "Las Brujas de Salem", en 1957, como primera producción de la escuela. Con estas producciones se develó la calidad profesional que imprimía a sus trabajos.

¿Es teatro de la Capital?

La calidad de los montajes parecía etiquetarlos en el teatro profesional de México. En los montajes de Lola no cabía el amateurismo o el teatro de aficionados. El público detectó la inteligente interpretación del texto y lo dinámico del movimiento, la riqueza del trazo escénico y los decorosos niveles de actuación.
Esto lo apreció tanto en "El Mercader", como en "Las Brujas" y más tarde en "Hoy Invita la Güera". Y es que Lola, bien conectada con funcionarios del INBA, conseguía vestuario y utilería para las clases, ensayos y producciones de la escuela, logrando así producciones de alta calidad.
Tanto en "El Mercader" como en "Las Brujas" llamaba la atención el rigor, la disciplina y la técnica. Aunque el teatro universitario había tenido primicias de las nuevas tendencias de la actuación y el método Stanislavsky por medio de Pepe Aceves, Anastasio Villegas y Guillermo Zetina, lo cierto era que la impartición del método necesitaba más que un curso: requería una escuela formal, acción que Lola pudo consolidar al estar tres años al frente de la escuela que fundó.
Decía líneas arriba que en "El Mercader" aparecieron Rogelio Quiroga, Anselmo González, Minerva Mena Peña y Oscar Cantú Arreola, quienes provenían de Teatro Universitario y del Cuadro Artístico de Dolores. Todos emigraron con Lola a la aventura de la escuela.
Varios de los que fueron sus alumnos coinciden en la opinión. Albertina Briz e Irma Morantes me aseguran que el recuerdo que perdura entre ellos es la imagen de la maestra de gran vocación y entrega. Oscar Cantú señala que su pasión y dinamismo fueron detonadores de toda una tendencia escénica en el teatro local entre 1956 y 1960.
Lola luchó por el teatro nacional desde varios frentes: como directora del Teatro del Politécnico Nacional, de la Compañía de Teatro Popular del INBA y de la Compañía Estatal de Oaxaca.
Entre nosotros su huella queda indeleble con la fundación de la primera Escuela de Teatro de la Universidad y la apertura del Teatro del Globo, como sala de representación para los egresados de aquella legendaria escuela.
Esa pasión no la abandona nunca. La lucha por promover y dignificar el buen teatro fue una constante de su vida. A los 84 años, de Lola se afirmaba en una entrevista: "Desde su refugio, Lola Bravo proyecta obras, las escribe, consigue actores y si no los encuentra los hace; gestiona foros para las presentaciones, hace cientos de llamadas telefónicas al Instituto de Cultura, al de Educación, a sus contactos en el DF, al sindicato de maestros. No se da por vencida. Debe haber más teatro en Oaxaca, se dice a sí misma, y vuelve a insistir con la certeza de que logrará su objetivo".
Cuando Lola estuvo entre nosotros, Monterrey apenas sobrepasaba los 300 mil habitantes y sus necesidades culturales eran mínimas. Además del Aula Magna, sólo existía el Teatro Montoya y un pequeño espacio, el Teatro de la República, en los bajos de la Plaza del mismo nombre.

Y las salas de cámara, ¿donde están ahora?

Con actitud visionaria, Lola planeó la adaptación de un teatro de cámara en la vieja casona de Zaragoza y Espinosa para que los egresados tuvieran una fuente de trabajo.
Buscó patrocinios y permisos, hizo funciones de beneficio, organizó la compañía de actores de la escuela y los puso a manejar el Teatro del Globo, que abrió sus puertas en mayo de 1959. Rogelio Quiroga, Oscar Cantú Arreola y Pepe Marroquín recibieron la estafeta de dirección de esa pequeña sala, que mantuvo activa la programación por varios años.
Con la apertura de esa sala y el mencionado Teatro de la República se daría todo un auge de salas teatrales de cámara -de cinco a seis teatros- funcionando de martes a domingo. ¡Todo eso, en el Monterrey de los años 60 y con programación de teatro local!
Cantú Arreola y Quiroga mantuvieron vivo el Globo hasta 1963. Más tarde, en 1966, lo reabrimos con el nombre de Arlequín y nos tocó cerrarlo definitivamente en marzo de 1970.
Para Lola era de suma importancia que los egresados de la escuela tuvieran una fuente de trabajo y emprendieran la administración y producción de teatro. La acción mas importante que heredó Lola a sus alumnos fue el compromiso de construir y administrar el Teatro del Globo.
Sus obras teatrales bastaron para afirmarnos que ya estaba preparado nuestro teatro y nuestro público para acometer esas realizaciones y disfrutar del teatro contemporáneo universal como en las grandes capitales. Pero estas realizaciones se llevaron a cabo con planeación, con producción, con aplicación rigurosa del método Stanislavsky, que para los 50 empezaba a ser el sello del teatro de avanzada en México.
En fin. Lola Bravo, la maestra, la actriz, la amiga entrañable, cumplió cabalmente su función en la vida y partió al descanso eterno el lunes 10 de mayo de 2004. Desde acá le dedicamos con gran afecto ¡ muchos minutos de aplausos ! (Luis Martín)

(Este texto lo publiqué en el periódico El Norte de Monterrey el12 de mayo de 2004.

Dj Zektore - Classic Rock (Clasico 80) Mix Baladas 2007

lunes, 4 de febrero de 2008

Norma

Es Maria Callas interpretando Casta Diva de la opera Norma de Bellini. Paris,1958.

Melina Mercouri - Ta pedia tou Pirea

Melina Mercouri interpreta Ta pedia tou Pirea en el film NUnca en Domingo

El Códex Romanoff, teatro de Esthela Leñero

El Códice Romanoff de Esthela Leñero

En una entrevista a propósito de su obra teatral El Códice Romanoff, Estela Leñero Franco señala que utilizó como hilo conductor una publicación homónima que describe la pasión de Leonardo da Vinci por el arte culinario. Este recurso le valió para proyectar las relaciones interpersonales, la búsqueda de la vocación y la realización de los anhelos que se cocinan dentro de un monasterio. Y este cúmulo de emociones que ocurren en la obra, se desprenden en el laboratorio más antiguo de la humanidad: la cocina.
Y efectivamente. En El Códice Romanoff la propuesta dramática de Estela, parte de información contenida en el libro Notas de cocina de Leonardo da Vinci, texto publicado en 1999, por Shelag y Jonathan Routh en la colección Temas de Hoy y que lleva ya varias ediciones en España. El libro de los Routh se presenta como una trascripción levemente adaptada de unos escritos de Leonardo Da Vinci, aparecidos en el Museo Ermitage de San Petersburgo y copiados a máquina por Pascuale Pisapia apenas pasada la Segunda Guerra Mundial.
Lo que no esta muy claro y tampoco lo aclaran los Routh, es si rescataron ese documento del Museo Ermitage en 1981, o si lo hicieron de la copia de Pasquale Pisapia y que actualmente es propiedad de una familia italiana de abolengo. Por otra parte, no se conoce al tal Pasquale y los responsables del Ermitage niegan poseer tal manuscrito. Existen teorías plausibles sobre como habría llegado hasta allí y los del Ermitage han mentido acerca de sus fondos anteriormente. Además, el tema del libro está de acuerdo con hechos de la vida de Leonardo que se conocen por otras fuentes.

Es preciso señalar también que respecto a esta publicación de los Routh se ha dado en España, sobre todo en los últimos dos años, cierta tendencia de algunos críticos a negar la autenticidad de las Notas de cocina, pues se aduce entre otras cosas: que no existen más ediciones en el mundo que la española, que no hay confirmación de la existencia de los Routh y que la editorial española no da información al respecto. Acerca de que no hay más ediciones que la española tenemos referencia de al menos una versión italiana de la Editorial Voland, con prefacio del Doctor Marino Albinesi, presidente del Circulo Gastronómico de Italia.



Estas disquisiciones nos parecen más bien, producto de luchas de editoriales y no han tenido eco o respuesta académica, salvo en la red de Internet, en blogs de particulares. En principio, la autora maneja con lucidez el tema del Códice en la ficción dramática, pues sitúa la acción de la obra en el siglo XIX, fuera del tiempo y la polémica de los Routh, presuntos rescatadores del Códice a fines del siglo XX.
Por ser un libro marcado en el índice de los prohibidos por la iglesia, la trama sostiene que Pilar y Aurora reciben en el Convento la información de las recetas de Leonardo en forma oral durante las sesiones de confesión con el padre José y posteriormente Aurora continua recibiendo la información en el barco, a través del padre Ramón, quien también ha tenido acceso al Códice.
Si en algún tiempo futuro alguien revisa a fondo en el Ermitage los papeles del Códice y llegará a surgir otra versión sobre las recetas y recomendaciones gastronómicas atribuidas a Leonardo, pienso que la misma autora de El Códice Romanoff o cada realizador de su montaje, tendrían todo un abanico de posibilidades de ficción para realizar una dramaturgia que enriqueciera aún más el texto de Estela Leñero
El primero de nuestros asombros al conocer parte del contenido en el Códice Romanoff, es que todavía a principios del tercer milenio, el inmenso talento y la inagotable creatividad del genio de Leonardo sigan sorprendiendo al mundo y dando más todavía. A sus vastos conocimientos en ciencia y arte, se agrega ahora en forma subrayada la gastronomía.
Leonardo nació en 1452 en la comuna de Vinci, cerca de Florencia. Era todavía un niño cuando empezó a estudiar arte: es el autor, entre otras obras, de La Ultima Cena y La Gioconda. Fue un artista completo, y a la vez, nada del conocimiento le era ajeno: estudió anatomía, botánica e hidráulica. Imaginó máquinas para volar y máquinas para destruir. Hizo obras de arquitectura. Y dejó escritos sus pensamientos y sus investigaciones en varios tratados.
En 1482 Leonardo fue a Milán y allí hizo su Tratado de la pintura, que hoy se conserva en la Biblioteca del Vaticano. En 1994, Bill Gates, el fundador de Microsoft, pagó 30.8 millones de dólares por el Códice Leicester, 72 páginas que Leonardo escribió con diminuta caligrafía entre 1506 y 1510. Lo hizo al revés y para leerlo hace falta un espejo. Allí Leonardo describe por qué el cielo es azul, por qué brilla la luna y por qué se puede encontrar fósiles marinos en las montañas.
En cuanto a las notas de cocina de El Códice Romanoff se entiende el gusto culinario de Da Vinci por sus antecedentes como maestro de banquetes en la corte de Ludovico Sforza, durante más de 30 años; así como su trabajo como jefe de cocina de la taberna Los tres caracoles. Entre las aportaciones interesantes que Leonardo hace en este documento, está por ejemplo la
importancia hacia las verduras y hortalizas como base fundamental de los banquetes. De la misma manera dedicó bastante tiempo a las reflexiones sobre el uso de los cubiertos y a sus ventajas higiénicas e incluso sanitarias. Otro de los temas es el de la conservación de los alimentos o el de su concentración para hacerlos más ligeros y fáciles de transportar, adelantándose en siglos a nuestros concentrados de carne, cubitos de caldo, verduras deshidratadas.

Estela Leñero, es una destacada protagonista en el movimiento teatral del país, talentosa dramaturga y activa investigadora del CITRU; Estela ha publicado unos quince textos con obras de teatro de diversas tendencias y temas, las cuales han sido escenificadas casi en su totalidad. En 2004 publica su investigación Voces del teatro en México a fin de milenio, libro de historia y crítica sobre el teatro en México en el siglo XX y principios del XXI

En El Códice Romanoff, la autora nos lleva de la mano por un viaje al interior de las mentes de Aurora y Pilar. A través de su prodigiosa aventura vivimos y gozamos las vidas de estas religiosas que por medio de su vocación culinaria emprenden una personal y desigual batalla que les permita rescatar su individualidad y su capacidad de amar. Aurora y Pilar, no dudan en desafiar la opresión de la iglesia, transgredir su ley y el orden social, con el fin de llegar a una plena realización de sus vidas. Y Estela logra con creces hacernos llegar la idea central de su obra porque tiene muy claro su propósito dramático. Por ello declara que su teatro es: “un teatro intimista que recorre los laberintos interiores guardados en el inconsciente de los seres humanos, que indaga, hurga y trastoca los puntos endebles de cada individuo”
Desde la cocina conventual, que en forma práctica y minimalista la autora convierte en cocina del monasterio y también en cocina de un barco, la historia se desgrana por el camino de la aventura, indaga en el interior de los personajes haciendo crecer la acción y enriqueciéndola con un diálogo informativo, preciso, justo y decantado
Uno de los aspectos que más nos satisfacen de El Códice Romanoff, está en el extraordinario ritmo del texto que hace deslizar la acción rompiendo tiempo y espacio a la vez que deja abiertas muchas posibilidades escénicas y con ello apela a la creatividad de cualquier director que intente su montaje.
El Códice Romanoff es un teatro mexicano de ahora, abierto al entendimiento universal, es teatro que traspasa las fronteras culturales, que aplica las tradiciones y el nacionalismo para contarnos una historia que rebasa las fronteras, que se abre a la universalidad con una temática que trasciende al mundo.

Hay mucho por delante en el oficio dramático de Estela Leñero Franco y ella lo sabe. Su posición como dramaturga del México contemporáneo es clara y precisa. Así lo manifiesta en el V Congreso de mujeres dramaturgas, efectuado en Atenas en 2000:

Hoy, las mujeres dramaturgas hemos salido de lo personal para hablar del mundo que nos rodea. Hemos dejado de vernos sólo a nosotras mismas para observar la relación con el exterior. Hoy no necesitamos hablar del yo femenino para reconocernos. Estamos en todas partes, el mundo nos pertenece....

Luís Martín


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domingo, 3 de febrero de 2008

Tomo de Alfonso Reyes el nombre de este blog. Simpatías y Diferencias. Aquí trataré de expresar todo aquello que me motive para exponerlo virtualmente en esta vitrina universal.

Simpatías y Diferencias será como un péndulo, de uno a otro lado de mi valoración. Simpatías y Diferencias son dos posiciones que aunque parezcan antagónicas, parecen darnos la pauta para un diálogo en donde se concilien las diferencias, aumenten las simpatías y se establezcan las empatías.

Reyes es hasta ahora el hombre más brillante nacido en Monterrey, mi tierra. Helenista , humanista y americanista. Voz de México y guía de la intelectualidad mexicana del siglo XX . Creo que Reyes representa mucho de lo que quiero decir en este blog.


Buen día a Europa.....Buenas madrugadas América


Luismartin